La festividad de la Anunciación del Señor, que celebra la Iglesia Universal el 25 de Marzo, marca el apoteótico e inaudito acto de amor y humildad del Hijo de Dios al encarnarse en el vientre materno por nueve largos meses. Sin elaborada teológica dialéctica y compleja retorica elocuente incomprensible a los humildes de espíritu, este acto único del Señor, veraz y contundentemente enmarca lejos de toda comprensión humana el principio del descenso humilde y amoroso del Señor, que bajó de los cielos para ser como nosotros con excepción del pecado.
El Señor, desciende y se humilla como ninguna otra persona humana al nacer en un frígido, apestoso establo con olor a estiércol custodiado por animales y visitado por pastores considerados los parias de aquella sociedad.
El Señor continúa descendiendo en forma inhumana principiando con su alianza de quedarse con nosotros como alimento, en la celebración de la última cena. Su humillación desciende a los extremos de sufrir su pasión, cruxificacion y muerte en el calvario mofado como ningún hombre lo haya experimentado. Finalmente el Señor, descendió hasta los infiernos para de ahí resucitar glorioso de entre los muertos.
El Señor resucitó muy alto por haberse humillado. Ejemplo a reflexionar durante estos días Sagrados del Triduo Pascual, para conocer nuestra talla de humildad capaz de descender hasta el grado de la humillación sarcástica, ofensiva y lastimosa. Esta tarea en el plano humano es difícil de vencer por el gigante del ego que habita entre nosotros. Socialmente la sobrevivencia dentro de un contexto sofisticado y altamente competitivo el ego para muchos es la herramienta principal no solamente para sobrevivir sino tambien para sobresalir y triunfar.
Las relaciones interpersonales por decirlo así entre la pareja, lejos de caracterizarse con pincelazos de amor incondicional, están fuerte y agriamente impregnadas de individualismo, poder, control y soberbia. Esta formula dista mucha del ejemplo dado por el Señor, quien nos muestra la formula física para subir a fin de ascender hasta lo alto del cielo.
En el campo de la psicología y relaciones interpersonales, se podrían evitar innumerables problemas si cada uno nos damos a la tarea de bajar un poco de nuestro ego con la esperanza de algún día poder ascender junto con nuestra pareja al reino del amor, felicidad y paz.
– ¡Señor enséñame a ser humilde y manso de corazón!
2015 © Dr. Gabriel Martinez, SFO. Todos Derechos Reservados.
Featured image by Slices of Light