Los cristianos creemos que en la praxis de Jesús se revela la voluntad de Dios y por tanto lo que Él provee o no. Jesús entiende que el desarrollo histórico de los pueblos no depende del azar o la improvisación, como tampoco de un supuesto destino escrito. La historia se construye y se asume responsable y honestamente. Su medida será la altura de nuestra propia humanidad.

Por ello, un primero paso es reconocer las cargas que soportan las mayorías, así como lo vio Jesús en su pueblo (Mt 15,28) fruto de políticas discriminatorias. Otro es la apuesta por el camino de la justicia y la verdad (Mt 21,31), a diferencia de quienes optan por la violencia (Lc 20,19) y el autoritarismo (Lc 9,54) para sostenerse en el poder. Pero ¿será que hacemos caso a líderes que, como en otrora, actúan como ciegos que guían a otros ciegos (Mt 15,12)?

Así como nosotros, también Jesús se preguntó qué es lo que Dios quiere y puede proveer en una sociedad fracturada y desesperanzada. La respuesta no la encontró en los políticos de turno, sino en los profetas: «algo espantoso ha ocurrido en este país y mi pueblo tan campante» (Jer 5,30-31), mientras «la maldad no tiene límites» (Jer 5,28). «¿Es que acaso no buscan tus ojos la verdad?» (Jer 5,3), «no ves que el salario no alcanza para subsistir» y la «inseguridad reina» (Zac 8,10). «¿Sabremos discernir lo que sucede a nuestro alrededor?» (Lc 12,56-57).

Para seguir leyendo, haga clic aqui

 

2015 © Theology de Hoy/ Rafael Lucian Todos Los Derechos son Reservados


 

Comments/Comentarios

comments