El 2 de febrero, como todos sabemos, celebramos la Fiesta de la Presentación del Señor. Fiesta que concluye todo nuestro recorrido desde el Adviento pasando por la Navidad, continuando en la Epifanía y Bautismo y ahora la presentación. Hemos celebrado al Dios que se hace presente dentro de la Navidad en la persona de un pequeño llamado Emanuel, Dios con Nosotros. Que hermosa es esta tradición de recordar que Dios no abandona a su Iglesia y que siempre la entiende. Ahora en esta fiesta de la Presentación nos encontramos con la realidad que es la Iglesia la que sale al alcance de este niño, es la Iglesia la que sale al encuentro de todo un Dios (Hypapante).
Como Agente Pastoral y encargado de la formación y dirección de los que sirven dentro de sus parroquias a la comunidad joven me pregunto: ¿Que Iglesia va a venir al encuentro de su Dios? ¿Dónde están los jóvenes que desean ver a Jesús? ¿Estoy yo siendo canal para que estos jóvenes puedan guiar a otros jóvenes a Jesús? La fiesta de la Presentación o Purificación de la Virgen como se conocen, me reta a mí a ver mis propios esfuerzos y la calidad de mi llamado para llevar a otros a tener un encuentro personal con Cristo y su Iglesia. El Papa Francisco escribió al respecto en su nueva encíclica titulada Evangeli Gaudium:
“102. Los laicos son simplemente la inmensa mayoría del Pueblo de Dios. A su servicio está la minoría de los ministros ordenados. Ha crecido la conciencia de la identidad y la misión del laico en la Iglesia. Se cuenta con un numeroso laicado, aunque no suficiente, con arraigado sentido de comunidad y una gran fidelidad en el compromiso de la caridad, la catequesis, la celebración de la fe. Pero la toma de conciencia de esta responsabilidad laical que nace del Bautismo y de la Confirmación no se manifiesta de la misma manera en todas partes. En algunos casos porque no se formaron para asumir responsabilidades importantes, en otros por no encontrar espacio en sus Iglesias particulares para poder expresarse y actuar, a raíz de un excesivo clericalismo que los mantiene al margen de las decisiones. Si bien se percibe una mayor participación de muchos en los ministerios laicales, este compromiso no se refleja en la penetración de los valores cristianos en el mundo social, político y económico. Se limita muchas veces a las tareas intraeclesiales sin un compromiso real por la aplicación del Evangelio a la transformación de la sociedad. La formación de laicos y la evangelización de los grupos profesionales e intelectuales constituyen un desafío pastoral importante.”
Es importante reflexionar en que Iglesia joven va a salir al encuentro de Jesucristo. Qué estamos haciendo para que los jóvenes se vean comprometidos y asuman su lugar dentro de la economía de la salvación. Nuestros programas pastorales sufren mucho de desaliento. Desgraciadamente yo he visto y hablado con muchos jóvenes muy llenos de esperanza y amor pero sin ningún recurso para su crecimiento o alcanzar un compromiso más profundo. La cadencia de fondos y apoyo realista de parte de nuestras instancias eclesiales es de suma importante para que los grupos juveniles puedan alcanzar a los jóvenes de su barrio y llevarlos a una profundización de la fe y el compromiso. Muchos de nuestros grupos padecen del sindroma de la “pedidera”, siempre pidiendo dinero para sus eventos, siempre vendiendo para poder lograr su actividad pastoral. Parecieran al “mendigo Lázaro” del Evangelio de San Lucas (Lc 16, 19-31), sentados en el pórtico rogando que les den de comer.
En la fiesta de la presentación yo ruego al Señor que el toque nuestros corazones y nos permita ver nuestras limitaciones y esfuerzos en pro de los jóvenes con los que trabajamos. Que podamos decir las palabras del viejo Simeón: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbra
2014 © Alejandro Barraza. Todos Derechos Reservados.
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