Estas son solo algunas simple actividades diarias que podemos usar para alcanzar la perfección y porque no la santidad misma. La centralidad existencial humana esta en el “aquí y ahora” por lo que requiere realizar con amor todas y cada una de nuestras acciones, teniendo en cuenta que tal vez mañana será muy tarde si el Señor nos llamase a su presencia hoy. Si lo hacemos, al final del día, experimentaremos la paz y alegría interior al saber que este día cumplí con mis pequeñas tareas, sabiendo que las mayores están reservadas a Dios.
a la hora del nacimiento, deja nacer.
a la hora de ser, se tu mismo.
a la hora de socorrer al prójimo, se caritativo.
a la hora de actuar, actúa con seguridad.
a la hora de comer y beber, hazlo con medida.
a la hora de trabajar, trabaja sin descanso.
a la hora de estudiar, estudia concienzudamente. a la hora de descansar, descansa.
a la hora de amar, ama con todo tu ser.
a la hora de perdonar, perdona de corazón.
a la hora de errar, discúlpate.
a la hora de hablar, habla sólo con la verdad.
a la hora de escuchar, escucha atentamente.
a la hora de jugar, juega.
a la hora de reír, ríe.
a la hora de llorar, llora.
a la hora de obedecer, obedece.
a la hora de sentir, siente.
a la hora de pensar, piensa.
a la hora de respetar, respeta.
a la hora de humillarse, humíllate.
a la hora de la lucha, no tengas miedo.
a la hora del silencio, reflexiona.
a la hora del dolor, sé paciente.
a la hora de retirarse, aléjate sin pensarlo.
a la hora de desprenderse, despréndete totalmente.
a la hora de la abundancia, sé generoso a la hora de la necesidad, se tenaz.
a la hora de la duda, pide un consejo.
a la hora de reconocer, reconoce.a la hora de ignorar, ignora.
a la hora de cambiar, cambia.
a la hora de recibir, acepta con humildad. a la hora de rechazar, rechaza.
a la hora de enseñar, enseña.
a la hora de aprender, aprende.
a la hora de agradecer, agradece.
a la hora de corregir, corrige.
a la hora de decir si, di que sí.
a la hora de decir no, di simplemente no.
a la hora de la tentación, reza.
a la hora de la caída, levántate inmediatamente.
a la hora de hablar con Dios, háblale.
a la hora de escuchar a Dios, escúchale.
a la hora de morir, muere tranquilo.
La perfección se obtiene cumpliendo diariamente estas pequeñas tareas sin ansiedad, que las mayores están reservadas solo a Dios.
© 2002 Gabriel Martinez. Todos Derechos Reservados.
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