La comunicación y relacion familiar son indudablemente la esencia pura de nuestra humanidad, que penetran profundamente en la sustancia Divina, como nuestra identidad absoluta y verdadera. Dios es la Palabra, el Verbo que se hizo carne para habitar entre nosotros. Es la palabra que hace que las cosas existan, sin la palabra no se existe, no se es. Nuestra habilidad comunicadora y relacional, no solo nos hace ser, sino tambien nos relaciona íntimamente con Dios y su ente Divino.
Esta habilidad es la sustancia que nos crea, nos mantiene y comprehende toda la realidad humana haciéndonos presentes en el universo de todos los tiempos. Esta realidad conlleva a una responsabilidad absoluta con el Creador a mantener una comunicación perfecta con su creación y conscientes de su realidad única concebida por Dios el solemne y apoteótico día de la creación.
La palabra no solo esta compuesta arbitrariamente de letras sueltas unidas al capricho humano, de un estilo literario en boga o una corriente filosófica existencial con rasgos incongruentes y complejos difícil de entender y mucho menos de aplicar. La palabra no es una filosofía existencial, ni tampoco un género literario que premia no al libro mejor escrito ni tampoco al más leído, sino al más vendido. La palabra no es aquella que se produce en una elocuente pieza oratoria o sutilmente disfrazada su codicia para conquistar los principales mercados orquestadas en la bolsa de valores de las principales capitales del mundo.
La palabra no es la usada por la pareja con la consigna de ejercer hegemonía, poder y control o la de los hijos para manipular los valores intrínsecos morales a su favor y conveniencia. La palabra no es para insultar, lastimar, convencer, manipular y pecar. La palabra es una realidad, es la esencia pura de nuestra humanidad, que penetran profundamente en la sustancia divina, como nuestra identidad absoluta y verdadera. Esta es la palabra que nos hace y nos relaciona como entes de naturaleza divina como verdaderos hijos e hijas de Dios.
Esta es la palabra que nos mantiene unidos en relacion a Dios en toda su extensión más allá de nuestra capacidad de comprensión. Es la palabra llevada al que no la tiene para que sean, para conocer a Dios, a su Iglesia, a su Creación y a toda la humanidad. Es la palabra el reflejo claro de Dios a través de mi lengua, es mi palabra mi tarjeta de identificación como verdadero hijo o hija de Dios.
2015 © Dr. Gabriel Martinez, SFO. Tod os Derechos Reservados.