Carmen recuerda con un poco de risa la preocupación tan común y arraigada de todos los inmigrantes cuando hacen sus primeros intentos de salir al mundo nuevo. Relacionarse con nuevos grupos, instituciones, eventos, equivale a nadar en olas encrespadas. ¿Qué pensarán los otros de mí? ¿ Me podré dar a entender? ¿Y si doy el primer paso? Este cosquilleo le recorría el cuerpo delante de cualquier persona nueva y se acentúo cuando su hijo comenzó a ir a la escuela. A ella le fascinaban los niños y quería encontrar el modo de acercarse más a ellos, pero sin saber Inglés se sentía desalentada para ofrecerse en la escuela.

© Foto por Michael W. May

Llegó un día la invitación para los padres de familia de acompañar a los niños a una visita al Zoológico de San Diego. Muy temprano, después de poner el lonche a su marido se siguió haciendo burritos. Evitó poner picantes sabiendo que muchos lo resisten y de cuanto tenía en casa preparó su más variado menú: chorizo con papas, frijoles con queso, rajas con elote y crema, picadillo. Muy temprano, Carmen llegó de la mano de su hijo y en la otra una canasta de burritos. Llegado el tiempo del almuerzo, algunos niños sacaron de sus bolsas sandwiches o galletas. Ella como pudo les dijo en su escaso Inglés: “si alguno quiere un burrito aquí hay bastante”. Tímidamente una manita se hundió en la canasta y pasada la opinión casi en secreto, otro niño de al lado se animó, se introdujo otra mano, y otra, y de pronto se hizo la alegría alrededor de la canasta.

Han pasado 17 años desde aquella canasta y la técnica se repite sin fallar. A cualquier encuentro, retiro, convivencia… Carmen madruga con su tradicional y siempre bienvenido menú. Carmen ha colaborado de voluntaria en la parroquia de Preciosa Sangre de Beanning hasta donde se lo han permitido. Los domingos, Carmen coordinó un grupo de entre 80 a 100 niños que celebran la Palabra y encuentra verdadera satisfacción en introducir a los niños al espíritu de la celebración cristiana. Ha encontrado particular sentido en esas palabras de la Liturgia: “que los fieles gusten de la riqueza de la Sagrada Escritura como de una Mesa abundantemente servida…” Sus hijos han crecido, ya vienen los nietos, pero su gozo y alegría por servir a los niños no pasa. Poco a poco se ha ido formando como catequista, asiste a encuentros, retiros, convivencias. Ya no siente miedo de hablar con gentes nuevas porque adonde vaya, tiene una llave para abrir las puertas: “¿Gusta usted un burrito?”.

2015 © Petra Alexander.  Todos Derechos Reservados.

Foto de burrito por  Michael W. May


 

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