Emma comenzó a ser lectora sin hallarle mucho sentido a su servicio. No supo cómo  entró en una temporada de desgana. No encontraba entusiasmo en lo que hacía. Estaba pensando retirarse y todavía no se lo comunicaba a su esposo, temerosa de que su alejamiento del ministerio, influyera para que su esposo se enfriara en su fe.

study-862994_640En esos días, anunciaron un fin de semana de formación del Instituto de Ministerios en su parroquia de San Antonio y los dos se anotaron. Emma cooperó llevando unas flores. Ahí les explicaron que se le daría un recibimiento a la Palabra con un canto, para recibirla  se arregló en el salón un altar especial con luces y las flores preparadas por Emma. El libro entraría despacio, muy en alto, como una antorcha que ha iluminado el camino de la humanidad a través de los siglos, y una vez proclamada la lectura, pasarían las Sagradas Escrituras para que todos le mostraran su aprecio y si gustaban, al igual que el sacerdote, le dieran un beso. Emma tenía especial emoción con el canto, el perfume del incienso y se leyó ese pasaje de Isaías de que la Palabra nunca regresa vacía al Padre. Cuando le tocó el turno de recibir Las Escrituras, Emma experimentó un sincero deseo de abrazarlas contra su pecho. Interiormente dijo un “sí” a esa Palabra, y decidió continuar el humilde ministerio de proclamarlas  en las asambleas.

11-09-13-973_640Emma tiene dos grandes amores: las flores frescas y la Palabra de Dios. Ambas encierran siempre una sorpresa. Las dos son siempre una invitación a la esperanza, a ver lo bueno que Dios nos envía. Emma no se explica de dónde viene el gusto por dejarse sorprender. Es como saber que estas vivo, que siempre hay un “algo”.   Emma Cabrera hizo su primer arreglo de flores para una fiesta parroquial de nuestra Señora de Guadalupe. Movida más por el cariño a la Virgen que por la certeza de saber hacerlo. Se sorprendió con las exclamaciones de aprobación de cuantos vieron sus arreglos. Frases como: “parece que lo ha hecho un profesional”, “¿Por qué no te dedicas a eso?”  le dieron vuelta, hasta que se fue decidiendo. Donde se ofreciera hacer un ramo, con buen jarrón ella se mostraba dispuesta.

“Me gusta leer diariamente las lecturas de la Liturgia, ya sea si puedo ir a Misa o no, siempre me alimento de la Palabra que corresponde a todo el Año Litúrgico. Encuentro algo para lo que vivo. Yo creo eso de que la Palabra es un alimento también como el Pan y el Vino. A través de ella se nutre nuestro ser”.

roses-757654_640Los trabajos florales aumentan, ahora ha salido del ámbito parroquial y la llaman para hacer adornos para fiestas, para funerales o eventos de negocios. Ella entrena sus ojos apreciando flores en los jardines, “ahí donde nacen son tan hermosas”. Ya los antiguos poetas mexicas apreciaban el paralelismo entre flores y mensaje: “Con flores escribes, Dador de la Vida y con cantos sombreas a los que han de vivir en la tierra.”  Escribió el Rey Netzahualcóyotl. Los días de Emma transcurren en ese ir y venir de la Palabra de Dios a sus flores y del mensaje de sus flores a la Liturgia.

Mientras sus dedos se mueven sin parar  llevando la flor de un lugar a otro, va encontrando el mejor espacio en medio del verde, nos comenta: “Cada jarrón vacío es un reto. Pero las flores responden por sí mismas. Las flores son muy agradecidas, unas ramas secas o verdes, un moño de papel, unos juncos, resaltan lo que ya son. No hay flor inservible simplemente cada una tiene lo suyo. Yo no hago trabajos exóticos ni extravagantes, los matices de las flores siempre me llevan a pensar en las personas.  Siempre pienso que Jesús debió pasar ratos observando las flores puesto que nos las puso como ejemplo de confianza en la Providencia, pues ni Salomón con toda su riqueza pudo vestirse con la hermosura de los lirios. Pensando esto me regocijo, he encontrado en mi trabajo otro camino para la alabanza”

2015 © Petra Alexander. Todo Derechos Reservados.


 

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