Pedro el Grande, fue un hombre grande de estatura, ideas y logros. Fue el primer Zar que salió de Rusia a conocer y aprender de Europa Occidental. Durante su larga aventura cautivado por la belleza de Venecia Italia, construyó los canales de san Petersburg, el Palacio de Invierno conocido hoy como el museo del Ermitaño y otros palacios y obras monumentales. Además de aprender algunos oficios propios de la época, llevó consigo obras de arte, entre ellas “el Hijo Prodigo” de Rembrandt.

La motivación principal de nuestro viaje después de largos años de espera debido al régimen comunista, fue la de visitar ante todo el museo del Ermitaño, de quien supe de el por primera vez en la escuela secundaria. Su historia y sus obras de arte me impresionaron profundamente deseando algún día poder admirar su belleza.

Después de un serio accidente automovilístico donde providencialmente mi esposa Marina salió ilesa y yo me recuperé con la asistencia de una operación reconstructiva del fémur izquierdo y larga terapia física, viajamos a Rusia con destino a san Petersburg haciendo una breve escala en Moscú. Uno o dos días después de nuestra llegada a la ciudad, llegamos temprano al museo el cual todavía estaba cerrado. Poco a poco personas de todo el mundo se acercaban a la fila aguardando la hora de entrada. Durante la espera de aproximadamente una hora, era sorprendente la diversidad étnica de los visitantes e impresionante la interacción que sostuvimos con las personas cercanas a nosotros en la línea de espera.

RembrantAl abrir el museo sus puertas, todas las personas se dirigieron a una sala en especial y nosotros por supuesto los seguimos para descubrir la razón de tan grande interés y admiración. Al llegar tuvimos que esperar a que se descongestionara el lugar para acercarnos hasta la misteriosa obra de arte. Mientras aguardábamos observábamos los rostros de los visitantes quienes con devoto interés casi en oración admiraban la obra. Nuestro turno llegó y nos encontramos frente “Al Hijo Prodigo” de Rembrandt en la sala del mismo nombre. El estilo Rembranista de claros y obscuros, resaltan sorprendentemente las dos figuras centrales de la obra, el padre y el hijo. El pintor en forma artística y mística a la vez, logra captar el mensaje de Cristo el cual es tambien captado por creyentes y no creyentes de todo el mundo. Su belleza y mensaje transcienden fronteras y credos, su universalidad toca el corazón de las personas movidos por su fuerte contenido de perdón y amor.

2013 © Dr. Gabriel Martinez.  Todos Derechos Reservados.

Foto Principal por  , Foto Rembrandt van RijnThe Return of the Prodigal Son, c. 1661–1669. 262 cm × 205 cm. Hermitage MuseumSaint Petersburg via wikipedia.

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