Yo soy un adicto a la Confesión. Yo no voy llorando a un sacerdote por cada pequeña cosa que he hecho mal, sin embargo, más a menudo surge la necesidad de tomar ventaja de este sacramento, que Dios nos ha dado. Esa necesidad surgió hace poco y me encontré proclamando todos mis pecados al Padrecito Amigable. El siempre parece saber cómo discernir cuales son mis verdaderas fallas en mis acciones y me lleva a una verdadera confesión.

Por fin llegó el momento para que el Padre me diera la absolución, y yo estaba preparado para unas cuantas décadas del rosario, que suele ser el caso. Sin embargo, en este día en particular, el Padrecito Amable me pidió que reflexionara sobre lo que dialogamos durante mi confesión. El Padre también me pidió que reservara tiempo en la noche para contemplar mis dones y bendiciones, dadas por Dios y dar gracias en verdad a nuestro Señor por todas ellas. Bastante sencillo, ¿verdad? Excepto por el hecho de que yo le había prometido a mi bella esposa que le ayudaría a decorar la enorme cantidad de pastelitos que ella había preparado y tenia que entregar a sus alumnos y compañeros de trabajo al día siguiente. Mi noche ya estaba ocupada. Yo pensaba quedarme tarde pegando ojitos dulces a los pastelitos de leones. Sería realmente posible tomar tiempo para reflexionar sobre mis bendiciones mientras trata de no arruinar las obras de arte hechas en miniatura que mi maravillosa esposa había pasado las dos últimas noches perfeccionando?

No fue una mera casualidad que muchos de los pasajes del Evangelio que tan bien conocemos hablan de alimentos de una forma u otra. Desde la multiplicación de los panes y los peces a la Eucaristía bella en sí, somos un pueblo que encuentran la paz y el entendimiento entre ellos y con nuestro Dios por medio de las comidas que compartimos.

Por lo tanto, no debería ser una sorpresa que no tuve dificultad en servir mi penitencia por medio de la decoración de pasteles. Después de todo, la mayoría de mis dones y bendiciones están bajo el techo de mi casa. Por lo tanto, mientras que yo estaba pegando la melena de chispas de chocolate en la cabeza de un león que estaba más cerca de ser comido, allí estaba yo, dando gracias a Dios en voz alta, delante de mi esposa por mi esposa. Di gracias a mi Dios por nuestros hijos y nuestra salud. Di gracias por mi casa y mi trabajo que, por supuesto, son también, dados por Dios. Me sentí muy bien rezando de esta manera, y estoy seguro de que a mi esposa le encanto que yo proclamé en voz alta que ella es una bendición para mí.

Bendiciones,
Miguél

Miguel Salinas, MA, ha sido un Blogger católico durante los últimos dos años. Él es un residente del Valle Central, y tiene una Maestría en Ministerios Pastoral de Holy Names University en Oakland. Él y su bella esposa, Cyndi, han estado casados por casi diez años y tienen dos hijos guapos menores de seis años. Miguel y Cindy han estado involucrados con el Ministerio Encuentro Católico Para Parejas Comprometidas durante los últimos ocho años, presentando los fines de semana dando talleres de preparación matrimonial a parejas que quieren casarse en la Iglesia Católica. Miguel y su esposa trabajan en el área de la educación.

Comments/Comentarios

comments