Entendiendo el significado de prudencia

Las Sagradas Escrituras hacen referencia a la prudencia en 45 ocasiones diferentes, señalando su importancia como la madre de todas las virtudes, la que determina y dirige la conducta humana de acuerdo con este juicio. El Catecismo de la Iglesia Católica, por su parte la define como la que dispone a practicar la razón para discernir nuestro propio bien en cada circunstancia y de elegir la forma correcta para lograrlo. El gran teólogo Tomás de Aquino, haciendo eco a Aristóteles, la llama la razón correcta en acción. El hombre prudente determina y dirige su conducta de acuerdo con este juicio. Con la ayuda de esta virtud aplicamos principios morales a situaciones específicas sin equivocarnos, vence las dudas a fin de obtener el bien y evitar el mal. gobernar y disciplinarse a sí mismo con el uso de la razón, (B) sagacidad o astucia para manejar las cosas, (C) habilidad y buen juicio en el uso de las mismas, (D) cautela o circunspección como peligro o riesgo. La ciencia de la conducta por su parte la define y la aplica en la misma forma y clasifica como desorden mental la carencia de prudencia o juicio.

Las Sagradas Escrituras mencionan magistralmente la importancia y aplicación de la prudencia a la vida diaria en nuestra sociedad contemporánea. Recordemos algunas frases haciendo locución a ella:

Parecería que la estructura interior del hombre radica en su propio juicio y control para hacer uso correcto de las cosas y para relacionarse apropiadamente con los demás en cada situación y momento de la vida desde la niñez hasta la vejez.

Consecuencias del juicio deteriorado:

1. Fracaso en la vida  2. Desorden mental 3. Atracción al mal 4. Separación de Dios

  1. La primera consecuencia del juicio impedido o deteriorado, se refleja en la incapacidad de la persona para subsistir y sobresalir en los quehaceres de la vida humana. Esta persona experimenta graves problemas de relación aún con su propia familia, seres queridos, compañeros de escuela-trabajo, incapacidad para desarrollar una tarea y usar correctamente los bienes propios y respetar los ajenos. Independiente de su capacidad intelectual puede abandonar el estudio, dejar el trabajo, embarcarse en negocios riesgosos y amorales. Incapacidad para formar, mantener y educar una familia. etc.
  2. Como desorden mental, la Asociación de Psiquiatría Americana, evalúa el funcionamiento global del sujeto en el área; ocupacional, social, familiar y cuidado personal. Debido a la severidad de deterioro de juicio, esta puede afectar leve o severamente alguna, varias o incluso todas las áreas. Cuando el deterioro es severo, la persona es incapaz de cuidarse así misma, poniendo su vida y la de los demás en peligro.
  3. El juicio deteriorado inclina a la persona y sus pasiones al mal, ignorando el bien y la belleza de toda la creación misma. La persona se enfoca en el mal ignorando el bien. Parecería para esta persona que el bien no existe, consecuentemente la vida, y el  en general son percibidos y tratados como malos.
  4. Así como el juicio impedido de la persona lo acerca al mal, desgraciadamente lo aleja del bien, lo separa de Dios que es todo bien. Cualquier ocasión o pretexto es utilizado individual o colectivamente para criticar, ofender y atacar a Dios y su Iglesia.

…progresando del bien en mejor, de virtud en virtud… Santa Clara de Asís

Dualismo entre el bien y el mal

Desde la niñez la eterna batalla entre el bien y mal, aparece a cada instante a lo largo de toda la vida del ser humano. Para el niño(a) principia inocente e inofensivamente, con simples situaciones de ir a escuela o quedarse en casa, hacer la tarea o no hacerla, de conocer y amar a Dios etc. En el diario vivir; la decisión entre jugar o no jugar, portarse bien o mal, obedecer o desobedecer a sus padres, en el joven continúan los mismos retos que ha venido enfrentando desde su niñez, aunado a nuevos por su edad. El concepto del bien y el mal tanto puede afirmarse como deformarse, de acuerdo a su desarrollo y ejercicio. De adulto son innumerables y complejas las decisiones del diario vivir, en ocasiones la ansiedad y tensión, egoísmo, o inhabilidad de aplicación, afectan la capacidad para discernir correcta y responsablemente de acuerdo a la voluntad de Dios, con el fin de hacer el bien y acercarnos a Dios.

Las consecuencias de una decisión errónea pueden ser desastrosas. Una decisión tomada arrebatadamente pudiese su impacto negativo afectar la vida de la persona y de la familia en general. En pocas y sencillas palabras, la imprudencia impide hacer el bien y nos aleja de Dios.

Libertad de actuar

Indudablemente que el individuo tiene el derecho inalienable a tomar decisiones, de elegir libre y voluntariamente entre el bien y el mal. Pero también debe aceptar en toda su magnitud la consecuencia o consecuencias que se deriven de dicha decisión y su impacto negativo. Por una parte se tiene la libertad individual de elegir y también la responsabilidad de aceptar sus consecuencias. Tristemente vemos que decisiones tomadas en fracciones de segundo pudiesen traer consecuencias adversas que afectan a la persona, a los demás y ofenden gravemente a Dios.

Aceptando las consecuencias

Tal vez deberíamos haber principiado marcando la importancia desde la niñez de aprender este binomio: decisión-consecuencia(s), y dejar a los niños bajo supervisión de los mismos padres enfrenten las consecuencias de sus propias decisiones. Me parece que no es prudente que los personalmente con sus propias consecuencias. Si el niño(a) lo logra, estos estarán mejor equipados para funcionar no solo correcta sino también provechosa y dignamente en la sociedad. Se dice que una de las características de la persona madura es la capacidad de aceptar sus propias responsabilidades y consecuencias.

Desarrollando la virtud

Como cristianos y familia, debemos predicar el evangelio haciendo el bien. Sabemos que solo con la asistencia de la virtud de la prudencia, poder del Espíritu Santo y amor de Dios, podremos cumplir fielmente con nuestra misión. Las virtudes son como un músculo que requiere ser ejercitado a fin de desarrollarse sana y plenamente. De la misma forma, nuestras virtudes son ese músculo que necesita ser ejercitado y desarrollado para que este crezca y sea utilizado para hacer el bien y acercarnos a Dios.

Sabemos que este desarrollo no se da de la noche a la mañana, y tal vez antes de lograrlo tropecemos penosamente múltiples veces. Son muchos los años de entrenamiento arduo del atleta para sobresalir nacional o internacionalmente. Son también muchos años los que nos llevan ejercitar y aplicar nuestras virtudes. La disciplina y perseverancia necesaria para lograrlo, son también cualidades y virtudes propias del desarrollo humano, intelectual y espiritual de toda persona.

En nuestra misión evangélica, como todo buen atleta tiene a su entrenador, nosotros contamos con el mejor de todos los entrenadores, al mismo Dios, que por su infinito amor nos dio este mundo maravilloso, a la Santísima Virgen como Madre de Jesucristo y Madre nuestra y al mismo Jesucristo como hermano y al Espíritu Santo. Contamos con el ejemplo de nuestros padres Francisco y Clara de Asís, gigantes virtuosos, a nuestra Santa Madre la Iglesia, y también a nuestros directores espirituales y a nuestros hermanos y hermanas católicos del mundo entero, pero sobre todo tenemos la misericordia e inmensurable amor de Dios.

Aplicación a la vida diaria. ¿Cuento con un plan de acción diario a fin de desarrollar mis virtudes? ¿Qué significa prudencia en mi vida personal?

Conexión con las Sagradas Escrituras y Escritos Franciscanos. Pedirle a Dios prudencia (Salmo 141 (140). Se recomienda la prudencia (Mateo 10,16). Saludo a las virtudes de San Francisco de Asís.

Oración. Omnipotente, Altísimo y Gran Señor, de quien procede todo bien y todo amor, por intercesión de San Francisco y Clara de Asís, concédeme la gracia de desarrollar y aplicar las virtudes a fin de hacer siempre el bien, de acercarme a Ti, amarte y servirte con todo mi ser. Amén

2013 © Dr. Gabriel Martinez.  Todos Derechos Reservados.

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