Tenía yo escasos 12 años cuando la radio Mexicana anunció la muerte de Pio XII el 9 de Octubre, de 1958. A esa edad ignoraba la historia de su intrincado pontificado debatido entre el nazismo y judaísmo durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Recuerdo vívidamente que corrí a mi cuarto a llorar desconsoladamente por la muerte del pontífice del cual no sabía nada. JOhn 23Años más tarde, conociendo un poco de la historia de Juan XXIII relacionado a la apertura y desarrollo del Concilio Vaticano II en 1962 y la celebración de la Santa Misa en la lengua vernácula local, recibí un rosario bendecido por el de manos del director del seminario en el cual estudiaba en León, Guanajuato México.

Pasaron muchos años ya para entonces era yo un hombre maduro y graduado de la Universidad de San Francisco, casado y ciudadano de los Estados Unidos, cuando la mañana del jueves 27 de diciembre de 1999, me encont
raba parado afuera de la puerta de bronce del Vaticano aguardando impacientemente la entrada para asistir a la misa privada del papa Juan Pablo II en su departamento a las siete de la mañana. Este acontecimiento atesorado en mi corazón por la simple razón de no tener jerarquía eclesiástica ni parentesco con alguno de ellos, ni tampoco influencia para asistir a tal misa la contemplo como una bendición especial de Dios.

JP2Siendo yo el primero en llegar fui tambien el primero en entrar a la capilla donde vi a su santidad Juan Pablo II hincado en su reclinatorio en medio de la pequeña capilla. Como preludio, el papa estaba en profunda oración mística fusionado su cuerpo con el de Cristo, la separatividad del hombre y Cristo velada totalmente a mi vista proyectando profunda paz interior, recogimiento y piedad universal. La celebración Eucarística fue un pedazo del Gólgota por el visible dolor y limitación física del representante de Cristo en la tierra.

Terminada la misa el pequeño grupo selecto de invitados, aguardamos impacientemente que el papa terminase sus oraciones después de la misa, para entrar al salón a saludarnos uno a uno. Al llegar a mi, me entregó un rosario y yo me postré para besarle reverentemente su aniño. Al hacerme un gesto para que me incorporara, le pedí un rosario para mi esposa Marina y sonriendo me lo entregó, puso su mano derecha en mi hombro izquierdo y me dijo ¡Messicano bene, bene! Luego se retiró de conmigo para continuar saludando al resto de los invitados.

El 27 de Abril, 2014, el Papa Francisco elevo a los altares a dos sumos pontífices, contemporáneos para muchos de nosotros quienes tuvimos la dicha de conocerles en vida y muy es especial de ser bendecidos por sus grandes obras y ejemplo de santidad.

– Señor te pedimos por nuestro amado y olvidado Papa Pio XII y tú Papa san Juan XXIII y san Juan Pablo II, ¡rogad por nosotros!

 

 

2014 © Dr. Gabriel Martinez, SFO.  Todos Derechos Reservados.

Fotos por JEFFREY BRUNO/ALETEIA

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